El zinc (Zn) es un micronutriente clave tanto para el trigo como para la cebada, que mejora la implantación del cultivo y su rendimiento final. Estudios demuestran que, con aplicaciones de Zn, los rindes mejoran entre un 5% y un 8%.

La degradación química de los suelos como consecuencia de la agricultura intensiva y con baja reposición de nutrientes nos obliga a pensar en estrategias de fertilización adaptadas a cada suelo y cultivo. En lotes con una historia agrícola intensa, se pueden encontrar condiciones predisponentes a deficiencias de cobre y zinc (Zn). En estas situaciones, la disponibilidad de zinc para el cultivo de trigo podría ser más crítica que la de cobre, debido a que la absorción de zinc por parte del cultivo está más afectada por la temperatura del suelo.

El Zn es clave en la etapa de germinación-emergencia en gramíneas de invierno como trigo, cebada y otros. Un relevamiento realizado en 2018 por Fertilizar AC mostró que el 67% de los lotes analizados presentaban cantidades de zinc menores a 1,03 mg/kg, valor crítico. Cuando se presentan situaciones como esta, donde la disponibilidad en los primeros centímetros es de menos de una parte por millón o un miligramo por kilogramo de suelo, la respuesta económica a las aplicaciones de este micronutriente es significativa. “Los ensayos realizados muestran un aumento de los rindes del cinco al ocho por ciento«, declara Gustavo Ferraris, investigador del INTA Pergamino, especialista en nutrición de cultivos.

Actividad del Zinc en la planta

El Zn es un micronutriente esencial que participa en numerosos procesos metabólicos. Una de sus ventajas es ser activador enzimático que estimula rutas metabólicas, como también la síntesis de ciertas proteínas. Su impacto es altamente positivo en el correcto funcionamiento y estabilidad estructural de muchas proteínas que lo necesitan para desarrollar acciones reguladoras, catalíticas y estructurales.  Por lo tanto, la integridad estructural y funcional de las membranas biológicas depende de una cantidad suficiente de Zn.

El Zn favorece la síntesis de auxinas que participan en la regulación del desarrollo y a la elongación del tallo, y colabora con el metabolismo del nitrógeno. Estimula el sistema radicular de las plantas. Un adecuado aporte de zinc permite controlar la infección de raíces por patógenos.

Es utilizado también, en la formación de clorofila y algunos carbohidratos, y en la conversión de almidones en azúcares. Su presencia en el tejido foliar ayuda a las plantas a resistir las bajas temperaturas. La movilidad del zinc dentro de la planta es muy baja, especialmente en las hojas más viejas. Por otro lado, se transloca con dificultad a los tejidos en crecimiento, sobre todo en plantas con marcada deficiencia. Cuando los aportes de zinc son altos, suele acumularse en los tejidos de la raíz.

Otra función importante del zinc es el rol que juega para llevar a cabo una adecuada polinización y viabilidad del polen y en el cuaje de semillas.

Existen determinados factores del suelo que afectan la disponibilidad de zinc, a saber: un alto nivel de carbonatos (CaCO3), un pH elevado, suelo con texturas gruesas, bajos contenidos de materia orgánica, baja humedad del suelo e interacciones con otros elementos.

Las interacciones entre los macro y microelementos pueden dar lugar a carencias inducidas exacerbadas de alguno de ellos. El fósforo (P) presenta las interacciones más importantes con los oligoelementos, siendo este el antagonismo de absorción más documentado. Una fertilización fosfatada muy elevada puede provocar reducciones en la asimilación del hierro (Fe), cobre (Cu) y sobre todo del zinc (Zn), y aumentar la asimilación de boro (B) y molibdeno (Mo). Para el caso del Zn, esta reacción produce complejos Zn-fosfato insolubles que influyen en la disponibilidad de Zn para la absorción de las plantas. Las deficiencias de Zn ligadas al P suelen aparecer en una etapa temprana en el ciclo de crecimiento.

 

Movimientos del zinc hacia las raíces y absorción

El Zn es un nutriente inmóvil en suelo, por lo que es fundamental su aplicación a la siembra para tener una disponibilidad continua en la zona de crecimiento de las raíces.

Los oligoelementos como el zinc (Zn), el manganeso (Mn) y el cobre (Cu) son relativamente insolubles cuando se encuentran en forma de sales orgánicas (sulfatos, nitratos, cloruros, etc.), tendiendo a precipitar bajo la forma de hidróxido u otro tipo de óxidos con productos de solubilidad extremadamente bajos. El movimiento de Zn del suelo hacia la planta se realiza por flujo masal o bien por difusión.

La quelatación de este elemento ayuda a la absorción y asimilación rápida por la planta. La estructura del quelato preserva al Zn de la formación de compuestos insolubles con otros agentes, así como de su fijación por la arcilla del suelo. Una vez que los microelementos han llegado a la superficie de pelos absorbentes de la raíz, si está quelatado, la planta extrae el ión metálico de la molécula de quelato y lo absorbe a través de la membrana de las células del pelo absorbente.

Síntomas de deficiencia de Zn

En general el trigo manifiesta síntomas cuando la deficiencia de zinc es aguda. Uno de los primeros síntomas de deficiencia de Zn es la presencia de plantas pequeñas que resultan de una escasez de reguladores de crecimiento. Otros síntomas pueden incluir el desarrollo de las hojas en forma de “tirabuzón”, hojas dobladas o plegadas sin motivo aparente, áreas de color marrón claro con bordes marrón oscuro en las hojas nuevas, hojas pequeñas y entrenudos cortos.

Existen muchos trabajos realizados en los últimos años, como “Fertilización con Zinc en Maíz y Trigo”, de Gabriel Espósito, que muestran cómo el agregado de zinc incrementa los rendimientos en varios cultivos al aumentar la eficiencia en el uso del nitrógeno en forma significativa.

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