Establecer los requisitos nutricionales específicos del maíz es primordial para desarrollar recomendaciones de fertilización balanceadas orientadas a aumentar tanto el rendimiento como la calidad del grano, minimizando el impacto ambiental.
En maíz, el número final de granos logrados por unidad de superficie es lo que determina el rendimiento, que a su vez está vinculado con la tasa de crecimiento del cultivo previo al período de floración. Para alcanzar altos rendimientos, es primordial que se logre un óptimo estado fisiológico durante su estadio vegetativo. Lograr un buen IAF (índice de área foliar) durante el periodo de floración permitirá captar una alta tasa de luz incidente para transformarla en azúcares y así iniciar el proceso de formación y llenado de granos que se traducirá en rinde. El éxito de este proceso depende, entre otras variables, de la disponibilidad nutricional optima en las etapas de alto requerimiento por parte del cultivo.
Para ello, el conocimiento detallado de la oferta de nutrientes del lote y sus características físicas y químicas son fundamentales para determinar las necesidades de fertilización.
El punto de partida para un buen plan de fertilización, siempre es el diagnóstico
Conociendo el lote
El análisis de suelo es la herramienta básica y fundamental para determinar los niveles de fertilidad de cada lote y diagnosticar la necesidad de fertilización.
Para un correcto muestreo de suelos, variables como profundidad, momento, frecuencia, etc., deben ser tenidos en cuenta. La toma de muestras debe considerar los primeros 60 centímetros de suelo. Para lograr buena información de los distintos perfiles, se debe fraccionar las muestras cada 20 cm y en los casos de altos valores de MO es importante considerar una muestra superficial. Los parámetros de PH, CIC, % de saturación de bases, % MO, nitratos, P, S, Zn, Boro y conductividad eléctrica, nos permiten contar con información completa al momento de determinar el plan de fertilización.
Para complementar el análisis de suelo, el diagnóstico de tejido foliar realizado entre V4 y V5 nos ofrece información precisa de deficiencias nutricionales de la planta, pudiendo ajustar aún más nuestra estrategia de fertilización. Un beneficio importante es que nos permite identificar disponibilidad de micronutrientes cuya dinámica en suelo es particularmente compleja.
Fertilizando maíz
El maíz tiene buena respuesta a la aplicación de tecnologías, ya sea la elección del híbrido, la densidad de siembra, la oferta de agua y nutrientes. Es imprescindible pensar en complementaciones nutricionales en diferentes etapas del ciclo del cultivo.
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En la construcción del rendimiento del maíz debemos entender lo que sucede en las etapas del cultivo, determinando algunos momentos críticos en el aporte nutricional.
Al comenzar a definirse la espiga el meristema inicia un proceso de activa multiplicación celular. Una buena disponibilidad de nutrientes puede definir el número de filas por espiga y por lo tanto el número potencial de células sobre las que se formarán los granos. Debemos favorecer las condiciones en esta etapa, permitiendo que la multiplicación celular alcance su máximo, buscando todo el potencial que ofrece el genotipo del híbrido seleccionado. En este momento el Zn también tiene un rol fundamental, acompañado de una disponibilidad de N necesaria para favorecer la división celular.
El paso de R2 a R3 cuando la espiga deja de crecer, es la etapa donde una adecuada nutrición permitirá el máximo de multiplicación celular, favoreciendo las condiciones para cuando se inicie el proceso de llenado del grano.
Importancia del N y S
El nitrógeno es responsable de procesos vitales como la fotosíntesis, el crecimiento y la reproducción. Su acción es fundamental durante el desarrollo vegetativo. Este macronutriente participa en la síntesis de proteínas y por ello es vital para toda la actividad metabólica de la planta. Su deficiencia deriva en mermas en la tasa de crecimiento del cultivo, y una menor expansión foliar, lo que reduce la captación de la radiación fotosintéticamente activa. Las deficiencias de nitrógeno se evidencian por clorosis (amarillamiento) de las hojas más viejas.
Desde la siembra hasta VT (inicio de floración) la planta absorbe el 65% del N necesario para cumplir su ciclo. Posteriormente asimila el resto y removiliza lo acumulado para trasladarlo a granos. A partir del estado fenológico V7 y hasta VT, debe disponer de 4 a 8 kg N/ha/día por aproximadamente 20 días, equivalente al 50 % del N que consume en todo el ciclo. Por eso, aplicaciones inmediatamente previas a este estado demostraron la mayor eficiencia de uso de N por parte del cultivo.
El fósforo (P) es necesario para la fotosíntesis, el crecimiento y la reproducción, participando también en el proceso de respiración. Está particularmente asociado con la división celular, el crecimiento de las raíces, la floración y la maduración del cultivo. El potasio (K) está vinculado al proceso de traslado de azúcares fotosintetizados en las hojas. Estos mismos azúcares son los que la planta trasloca a los granos en el momento del llenado, colaborando en el aumento de tamaño y peso del grano. Así también, potencia la resistencia de la planta ante sequías, heladas y enfermedades.
El cuadro muestra la tasa de absorción de nutrientes NPK del maíz.
Fuente: propas.iita.org
Las condiciones actuales de agricultura en Argentina, muestran que el azufre (S) presenta deficiencias cuando apuntamos a alcanzar altos rendimientos. Los sistemas asociados a la falta de reposición de nutrientes, contribuyeron al deterioro de los suelos. Esta deficiencia es sin duda, un problema en los cultivos de maíz.
El azufre cumple una función principal en la síntesis de aminoácidos (cisteína, cistina y metionina), requeridos para sintetizar proteínas. Actúa también en la formación de clorofila y síntesis de vitaminas, como en otras funciones relacionadas a la formación de glucósidos, ferredoxinas en la actividad de la ATP sulforilaza. Es absorbido como ion sulfato y se toma como parámetro una relación nitrógeno/azufre de 10:1 como óptimo en el tejido vegetal para que el cultivo logre un desarrollo normal.
La dinámica del S en el suelo es muy similar a la de N. En ambos casos la materia orgánica es la principal reserva en suelo, y la disponibilidad de nitratos y sulfatos para las plantas depende de la mineralización de las fracciones orgánicas. En general, las deficiencias de S se observan en situaciones de bajo contenido original de materia orgánica, y en situaciones en las que los niveles de MO disminuyeron a través de los años.
Se han observado respuestas a la fertilización azufrada en maíz cuando se han cubierto las deficiencias de los nutrientes principales. Algunos ensayos determinaron que una dosis óptima de S para maximizar el rendimiento del maíz podría definirse entre 10-12 kg/ha. Al tratarse de un nutriente con residualidad (entre 2 y 3 años), su aplicación debe realizarse proyectando la secuencia de cultivos que forman parte de la rotación.
Consideración final
El correcto plan de fertilización que comienza con un buen diagnóstico, en el que se definen dosis de nutrientes a partir del rendimiento objetivo y de la disponibilidad de los mismos, debe considerar la fuente, la forma y el momento de aplicación del fertilizante.
Mantener la fertilidad física y química del suelo es esencial para una agricultura sustentable. En este punto, es importante que las estrategias de fertilización se definan a nivel de lote, considerando cada situación como única, con sus características propias por la interacción compleja del tipo de suelo, de sus antecedentes (cultivos antecesores, etc.) y del efecto del clima.